lunes, 17 de diciembre de 2012

En paz conmigo mismo

Se acerca el fin del mundo (o eso dicen los antiguos mayas, aunque hay gente que opina que esta fecha no es correcta), y la humanidad en su totalidad, o al menos en su mayor parte, sera arrasada y extinguida.

Ciertamente casi nadie cree que esto sea real, debido a que cualquier señal del apocalipsis sería anunciada previamente. Ya fuera por ver meteoritos gigantes que se acercan a nuestro planeta, reacciones en la tierra que generen fuerzas destructivas o incluso finales bíblicos que llevan un protocolo.

Pero esa no es la cuestión que quiero aquí tratar. Como todos los años, siempre al finalizar este, hacemos balance de lo bueno y de lo malo que ha ocurrido y repasamos mentalmente esos momentos que se quedarán grabados en nuestra memoria. Las cadenas de televisión y otros medios también nos aportan hechos más colectivos para que sepamos que nos dejo el año saliente.

Pero yo voy más allá, quiero ir un paso más y pensar que el mundo se acaba este próximo viernes 21. No, no deseo que el mundo se termine, pero supone un punto interesante para lo que quiero proponeros.

Normalmente nunca coincide que pensemos en todo lo que ha pasado en nuestra vida a la vez, ni hagamos reflexión sobre ello, ni que pensemos en que será nuestro último día de vida. Esto puede pasar por múltiples motivos que no vienen a cuento, solo deciros que estos no se darán en muchas personas a la vez.

Y aquí es donde entra el fin del mundo, el apocalipsis, el final, el hasta aquí hemos llegado. Este hecho mundial puede ponernos a todos en conjunto a pensar en nuestro propio final, en que pasaría si hoy fuera el último día de nuestra vida.

Pensad en ello, que es lo que haríamos si supiéramos que ya se acaba todo, que ya no hay nada más mañana. A quien pediríamos perdón para irnos en paz, a quien perdonaríamos para que se fuera en paz. Que asuntos resolveríamos de forma urgente y que nimiedades dejaríamos pasar.

Mirar dentro de vosotros, imaginar que fuera así, volverías a hablar con ese hermano al que no perdonaste, llamarías al amigo con el que te peleaste, dirías a tu mujer te quiero, darías un beso a ese persona que tanto te gusta. En general, harías todas esas cosas que te da miedo intentar por temor al fracaso y entenderías como tonterías enfados que son eso, un absurdo.

Ahora piensa, en todo eso que harías, y todo lo que dirías, en las falsedades que dejarías de lado, en las fachadas y medias verdades que tanto te pesan y molestan, y tirarías todo lo que no sirve y es una carga, lejos, porque solo estorba, porque no te aporta nada a tu vida, o incluso te causa dolor. Piensalo, y cuando lo tengas claro, sigue leyendo, yo te espero...

Bien, ya tienes claro todo lo que quieres hacer, decir, compartir, disfrutar. Sigue leyendo pues...

Dime ahora, si cuando estas cerca de tu propia extinción ves que ciertas cosas son tonterías que te separan de tus seres queridos, que muchas acciones solo te traen pesar y ninguna felicidad, que tus falsedades solo te pesan, por que si no lo deseas para tu vida  sigues haciéndolas.

Me imagino que muchas contestaciones son que hay que trabajar para sobrevivir, muchas cosas son una locura, ilegales, o mil motivos más. Pero el odiar al prójimo, el vivir la aventura que una vez soñaste, el volver a compartir las sonrisas con ese ser querido del que te alejaste, todo eso no es algo irrealizable, son pequeñas cosas que puedes solucionar.

Si te peleaste y dejaste a alguien de lado por ello, y al final de tu vida le quisieras cerca, aprovecha que aún puedes disfrutar para estar con esa persona. Si soñaste con viajar en globo, y no quieres morir sin haberlo probado, planea para poder disfrutarlo. Si has amado y temes no ser correspondido, arriesgate y pega el salto, porque si en tus ultimas horas puedes soportar el rechazo, porque no soportarlo cuando te queda aún mucho tiempo para sobreponerte a ello.

No esperes a hacer nada al último momento, porque tendrás tantas cosas que hacer, que siempre algo se quedará en el olvido. Y al final de la vida no son los fracasos los que nos pesarán en el corazón, sino las cosas que no intentamos hacer, porque nunca sabremos si lo hubiéramos conseguido o no.

Por tanto, si el fin del mundo llega mañana, yo quiero saber que trate de hacer todo lo que puede por estar tranquilo en mis últimos momentos, quiero saber que he vivido siendo lo que he querido ser, quiero saber que estoy...
en paz conmigo mismo.

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